jueves, 19 de agosto de 2010

Pegame pero no me dejes.

Don Porfirio, Plutarco Elías Calles, Gustavo Diaz Ordaz y Don Alfonso Martínez Dominguez a nivel local, son algunos ejemplos que muy a menudo se citan sobre "Hombres" de verdad, de fuerza, voluntad y sobre todo mucho carácter, aquellos que hacían que todo funcionara de maravilla y rumbo al "progreso"; no es extraño encontrar ciudadanos que ante la situación actual anhelen desesperados el regreso de alguno de estos "patriarcas" casi con suspiros dignos de una quinceañera enamorada.

Tampoco resulta extraño que en el mismo país donde al ex- presidente Lázaro Cárdenas se le sigue recordando en múltiples comunidades rurales como: Tata Lázaro, quienes desesperados vemos a México convertirse poco a poco en el paraíso del hampa y la ilicitud, ansiemos que llegue nuestro "Pachucote" a rescatarnos en su caballo, y que aunque a cachetadas y jalones de cabellos nos encierre a servirle en la cocina, nos mantenga fuera de peligro.

A nadie parece importarle que estas figuras hayan funcionado de manera autoritaria y ejerciendo más funciones de las que legalmente les correspondían, imponiendo su voluntad en rubros ajenos y por encima de cualquier estructura; "Con aquellos te chingabas, pero todo jalaba como relojito".

Y es que es evidente y mucho muy lamentable que el país vive una situación crítica que no se limita únicamente a la inseguridad (queja principal, y por razones entendibles), sino también a una excesiva corrupción contaminando a diversas instituciones al grado de volverlas inútiles, niveles de impunidad que rebasan lo absurdo, preocupantes niveles de desempleo y analfabetismo y sobre todo: hambre, sin embargo, este desmoronamiento acelerado de nuestra nación suplica cambios reales y de fondo, culturales y funcionales y no la simple llegada de un "hombre fuerte" que ponga orden a como de lugar.

La desesperación nos hace rogar por soluciones rápidas sin reflexionar el retroceso que éstas podrían representar en términos de libertad y democracia, pero no olvidemos que esta misma angustia y el aumento de facultades a las autoridades o el perdón de sus violaciones a la legalidad en aras de "solucionar" ya antes propició la formación de regímenes totalitarios (echar un vistazo a la historia de Roma por ejemplo) y que si ya tenemos de enemigo al crimen organizado (y al desorganizado), "echarnos" a otro del tamaño de un Estado violento legitimado, difícilmente mejorará nuestra situación.

¿Derechos fundamentales?, ¿Libertad de expresión?, ¿Democracia? ¿Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos?, no importa, que nos los quiten si quieren, pero queremos vivir tranquilos: Pégame, pero no me dejes.


Adrián Ricardo Flores Lozano.

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