viernes, 10 de julio de 2015

Revolución Vendible




El día que supe que Gloria Trevi escribió una canción de "protesta” contra el presidente pensé varias cosas. Primero me pareció muy positivo el aparente avance de la libertad de expresión que permite a casi cualquier artista manifestar su descontento de forma directa incluso hacia la “máxima autoridad”; después recordé que no todo es tan maravilloso pues canciones como “El Circo” y “La Granja”, ambas de Los Tigres del Norte, fueron censuradas en años muy recientes.

Asimismo, en la canción de Gloria (nada especial por cierto) me fue difícil ignorar el elemento vendible de la protesta, ese aspecto de mercado que hace que un artista pop surgido de programas como “Siempre en Domingo” decida, en un acto de “valentía”, decir cosas “incomodas”. Ese interés que lleva a muchos artistas de diversos géneros a enterarse por encimita de los nombres de ciertos conflictos sociales y “atreverse” a mencionarlos en sus canciones, videos y presentaciones o a mentarle la madre a las autoridades, cosechando aplausos y probablemente aprobación del público.

No me malinterpreten, por supuesto que es algo muy positivo el hecho de que manifestar el descontento ya no sea un acto de alto riesgo. Es más, yo puedo utilizar estas líneas para insultar a Enrique Peña Nieto o a Felipe Calderón con palabras altisonantes y continuar con mi día sin temor alguno a pesar de que quizá me esté excediendo en mi libertad de expresión y que, sin sustentar mi dicho, tal vez sólo se trate de una diatriba demagógica que pretende ganar simpatía o dar una imagen falsa de valentía y, tristemente: si no revelo información que resulte incomoda, no correré mucho riesgo de ser censurado ¿Por qué triste? Porque, como dije anteriormente: la censura todavía existe.

De ahí vamos a frases como: “Nos quieren frenar”, “No nos van a callar”, “Decimos lo que nadie más dice”, “Tenemos agallas”, “Incomodamos a muchos” que se han vuelto comunes en los discursos de candidatos, políticos, periodistas, comunicadores o artistas. Mensajes que, cuando el receptor los considera ciertos, le hacen sentir que al consumir el producto está realizando un acto de rebeldía, responsabilidad social o bien, conociendo “la verdad”. Es infinitamente más fácil recibir conclusiones sintetizadas, comprarlas y repetirlas (o compartirlas en redes sociales) con actitud rebelde y sapiente que realizar un trabajo de análisis minucioso para llegar a una conclusión propia. ¿Pereza intelectual? ¿Prisa?

Vender una forma de ser resultante del consumo de un producto determinado no es para nada nuevo. Si un carro nos da “status” otros productos nos hacen “revolucionarios”.

Es cierto que es muy bueno que los personajes con poder de convocatoria decidan involucrarse en conflictos sociales y difundir un mensaje e incluso que la comunidad tenga un interés de conocer o realizar un cambio, sin embargo, resulta triste y un fraude cuando no hay conocimiento de causa ya que esa imagen de revolucionario se limita a un empaque y eso no sirve de mucho pues es ignorancia disfrazada.

Finalmente agregaré que quizá lo realmente valiente en estos días sería hacer música de protesta contra los narcotraficantes, en contraste, existe un género musical que los glorifica: narco corridos, pero de eso hablaremos después.

Adrián Ricardo Flores Lozano 2015. © Todos los derechos reservados. 
Prohibido copiar este texto sin autorización del autor.

Bonus: 


Fuentes: