domingo, 15 de septiembre de 2013

Fiestas patrias.




Arena de estómagos desiertos en caída incesante apresura el paso y sepulta a las letras; aquellos que indican que progresar es elección, olvidan que la perseverancia no arrulla al hambre.

El devenir del sol empapa al cuerpo pero no lo convence de dejar de devorarse a sí mismo: El estado famélico es voluntario, gritan algunos todavía

No sorprende que cualquier moneda ofusque pues aunque el oficio deshumanice, la sangre ajena es efímera pero la inanición es definitiva.

Lujosas botas relucen sin vestigios de delito pues sobran lenguas y acordeones serviles para glorificarlas. Hoy el plomo alimenta más que el sudor.

Los cuatro vientos son propiedad privada, descansan en el espectro.

La concesión vomita merolicos que saben que nunca hay que morder la mano que alimenta: todo está bien, mucho que agradecer, hasta mañana, “no se duerma”.

El verde inunda nuestras calles con la promesa de regresarnos el blanco a través del rojo. 

Algunos aplauden y otros desaparecen porque a veces hay que pagar un precio "colateral", aunque sea de carne y hueso; si la “estadística” no coquetea con nuestro entorno, seguirán siendo números rumbo a la paz. Mejor no quejarse ni hablar de más, no vayamos a "quitar los alfileres" y terminemos absorbidos por las caídas del sistema.

Manos morenas y manos color "carne" llevan siglos sin terminar de estrecharse, porque “hacer compadre al indio” es pagar la culpa, "el nopal en la frente" no se oculta con seda y los "cadillos" siempre derriban la farsa de quienes osan creerse “gente”.

El pecho a tierra, cualquier estruendo cisca porque sabemos que si la pereza invadiera a la fortuna dejándonos en manos de imprevistos cada vez más habituales, enfrentaríamos desnudos a la barbarie desde la más profunda de las soledades; cuando la justicia se ha vuelto una cortesana ambiciosa, objeto de subastas y sedantes, es mejor no buscar cobijarse con su manto pues las madres se han vuelto caníbales y sus regazos sepulcros silenciosos.

Cuando el individualismo se transforma en requisito de supervivencia, el país sólo existe en fiestas patrias. 

¿Y si osare un conocido enemigo? los cabrones están adentro. Difícil pero necesario recordar que México es mucho más que sus instituciones podridas y sus problemas históricos y culturales. Gritar hoy no es un festejo sino un reflejo, una consecuencia, una necesidad.

¡VIVA MÉXICO CABRONES!